lunes, 19 de noviembre de 2012

El IVA del ebook: mientras nos aclaramos, barra libre


El mundo de la edición ha cambiado radicalmente su actitud ante el libro digital. Del «vade retro» inicial se ha pasado al «pase sin llamar» en los últimos meses, y en éstos se ha podido apreciar un fuerte acelerón en cuanto a digitalización, a la vez que un proceso de comercialización extensivo muy importante. La digitalización se ha acelerado durante el último año en función de la disponibilidad económica y financiera de cada editor, aunque este proceso se va a detener radicalmente a partir de ahora. Los resultados económicos que están teniendo los editores en estos últimos meses no hacen presagiar nada bueno. La edición, que estaba marcando unos precios siempre con la referencia del libro en papel, ha comenzado a poner precios en función de «mercado», lo que ha supuesto unas bajadas medias de precios ciertamente importantes. El precio medio del ebook ha descendido hasta situarse en torno a los 7 euros, pese a estar soportando un IVA del 18%, a todas luces una locura.

En estos últimos días, y a raíz del cambio de tipos impositivos que ha realizado el gobierno, son numerosos los artículos y comentarios en blogs que han aparecido, el tema que ha desatado el debate es el aumento del IVA del libro digital del 18% al 21%. El problema de fondo es un enorme vacío legal del tamaño de un iceberg en la legislación española. La Unión Europea lo tiene claro, la descarga es un servicio. Punto. Y la legislación europea tiene un rango jerárquico superior a las legislaciones nacionales. Pues bien, si esto es así y el libro electrónico es un servicio que tributa al 21% (así lo dice y aplica la Hacienda española) no hay ningún imperativo legal para no comenzar a abrir la espita del precio libre. Llama poderosamente la atención que Alemania tenga el libro electrónico en precio libre (me consta la brutal campaña que están haciendo los libreros y editores alemanes en contra de esto) o que Holanda liberalizara el precio del libro digital hace unos meses para dotar de elasticidad al mercado. El problema es que mientras la Ley del Libro no discrimina entre soportes físicos, los eboks son libros, Hacienda se acoge a las directivas comunitarias en las que sí se discriminan los soportes, al considerar que la transmisión de un fichero a través de equipos de procesamiento es un servicio, y por tanto no tributa con tipos impositivos superreducidos.
En esta situación es evidente que la administración tiene una gran responsabilidad a la hora de clarificar esta incongruencia, aunque lo más probable es que este «relativo vacío legal» quede así durante mucho tiempo Es cierto que la administración española podría saltarse a la torera las directivas comunitarias y poner el ebook al mismo tipo impositivo que el libro en papel. Tanto la administración francesa como la luxemburguesa se han saltado las directivas y me imagino que tarde o temprano recibirán una amonestación o una multa. Es una opción. Pero me inclino a pensar que aquí Hacienda impondrá definitivamente su criterio y seguirá a pies juntillas la interpretación de la Unión Europea, por tanto, esta producción editorial es un servicio, por tanto no está sujeta a la Ley del Libro, por tanto debe estar en precio libre.
En este estado de cosas, ¿qué puede y debe hacer el editor? Al margen de seguir insistiendo ante todo tipo de administraciones en una equiparación de tipos impositivos, puede hacer todo esto:
  1. Tener claro que el ebook no está amparado por la Ley del Libro.
  2. Seguir el dictamen de Hacienda sobre tipos impositivos, es decir, gravar el ebook al cliente final con un IVA ahora al 21%.
  3. Considerar que «edita» un servicio.
  4. Establecer que un servicio en «economía ultraliberal de mercado» se encuentra en precio libre.
  5. Por tanto tiene una libertad absoluta de discriminar precios tal y como considere a cada uno de los puntos de venta.
Termino con dos ideas que considero importantes:
  • Mientras todo esto se aclara y clarifica, barra libre.
  • Es imprescindible en este país solicitar y exigir un IVA CULTURAL superreducido igual para todas las industrias culturales (libros, música, cine, teatros, museos, etc.), la edición debe comprometerse en la defensa de la cultura como última frontera, de no ser así tengo claro que estamos en un proceso de vuelta a la Edad Media.

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